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«Hay que atreverse»

Ximena Arévalo, emprendedora en pandemia.

Ximena tiene 42 años, estudió administración en empresas turísticas, llegó a la isla hace 24 años y se radicó definitivamente el año 2004. Está casada con Francisco Haoa y es madre de Matilda (12) y Ataranga (14)

Antes de la pandemia

Entre los años 2005 y 2013 fue una entusiasta profesora en la aldea educativa, Honga’a o te mana, siendo docente del área técnica en turismo y luego cumpliendo el rol de jefa de las carreras técnicas durante un periodo de ocho (8) años. Luego la vimos recibiendo turistas en el aeropuerto y de pronto, después del inicio de la pandemia, apareció en redes sociales modelando la ropa y accesorios de su nueva tienda. Definitivamente pudimos evidenciar lo audaz y multifacética de esta bella «cuarentona».

Eras una profesora querida por sus alumnos, miembro de la aldea educativa desde sus inicios, ¿qué hizo que cambiaras de rumbo?

Sentía que había que cambiar de rumbo, que debía hacer otras cosas, ya no me producía la misma satisfacción del principio. Decidimos entonces construir las cabañas; primero una, luego otra y después dos más, teníamos 4 en total y movimiento permanente, todas las semanas.

¿Y qué pasó con la pandemia?

Llega marzo (2020) y primero avisan que la isla se va a cerrar, recuerdo el caos, tratando de coordinar para que las personas que teníamos alojadas se pudieran ir en los últimos vuelos, antes de que ya no pudieran venir más aviones. El aeropuerto lleno, la gobernación llena, un desastre, desinformación por todos lados, finalmente logramos que todos los que estaban con nosotros se fueran y se cerró… la isla se cerró y nos quedamos mirándonos las caras, ¿qué hacemos? nada, nada estaba en nuestras manos, absolutamente impotentes ante la situación mundial.

¿Cómo surge la idea de la tienda?

Esto fue en marzo, y en el fondo sabíamos que iba para largo, el turismo no iba a ser una opción en un corto plazo y debía pensar en qué hacía. En ese sentido traté de buscar algo que a mi me gustara. Me gusta el tema de la ropa, siempre me ha gustado comprar ropa, zapato, y en lo personal, siempre ha sido un tema, pues como soy de talla grande, no venden ropa de talla grande en todos lados, entonces pensé, si esto es un problema para mi, es un problema para más mujeres y dije, voy a empezar averiguar que hay al respecto. Comencé a investigar en la “moda plus size” y descubrí un mundo. Me contacté con gente de Colombia, Brasil y empecé a importar ropa directamente desde allá, luego con otros proveedores nacionales, y con esto me lancé.

¿No te dio susto inventar algo en tiempos en que la gente tenía poco dinero?

Siento que lo que hubiese emprendido en ese momento era igual de incierto, no había plata entrando a la isla, era la plata que se estaba dando vuelta aquí adentro, y lo que fuera, la incertidumbre iba a ser los mismo. Y pensaba, además de la comida, no hay ninguna otra necesidad esencial, si tienes para comer, es lo único importante. En ese momento, cuando partí, estaba el boom de la comida, toda la gente hacía delivery, todos cocinaba en sus casas, entonces pensé, cocinar, no!, aparte, nunca me ha gustado cocinar. La logística era complicada, estaba todo parado en el continente, la gente no podía salir, el tema de los despachos era complejo, la carga, todo era un cuento y la ropa no se hecha a perder, si se queda un mes o dos meses, da lo mismo, entonces era una buena opción. Yo compre la ropa en junio y abrí la tienda en octubre, se demoró todo eso en llegar. Pero estuvo súper bueno, tuve tiempo de arreglar el espacio físico, los muebles -un mueblista local, Juan Carlos Souto los fabricó- ¡maravillosos!, tenía la idea en mi mente y él materializó mi idea, y eso fue súper.

Hubo mucha gente que me ayudó, mis amigas fueron modelos, entonces fue súper cooperativo y el proceso muy enriquecedor, he aprendido bastante y ya llevamos un año de Cuarenta Más.

¿Por qué el nombre?

Primero por la talla, 40 para arriba -aunque igual traigo tallas mas chicas- pero que se notara que era tallas plus; y por un tema de mi edad, estoy en los 40, estoy cambiando totalmente respecto de lo que me había dedicado, jamás me imagine estar poniendo una tienda de ropa, con todo lo que me gusta, jamás me vi en esa, entonces era un vuelco, nueva etapa, y se me ocurrió el nombre

¿Y cómo ha sido la experiencia de ser emprendedora?

Aprendizaje todo el rato. En esto el centro de negocios fue un apoyo súper importante, pude acceder a capacitaciones, en temas de finanza, contabilidad, temas sobre los cuales tenía nociones generales pero no manejaba en profundidad, hacer un balance, el servicio de impuestos internos, legalizar la empresa, aunque no paguemos impuestos, tener todo bien ordenado, fue aprender todo ese proceso administrativo.

Hay que aprender a ser perseverante, pues uno se pega unos “guatazos”, uno cree que va súper bien y luego te das cuenta de que no, que no era hacia allá sino hacia acá. Uno tiene una idea preconcebida, pero en la marcha te vas dando cuenta de otras cosas, por ejemplo, que a la gente no le gusta esto sino aquello, que quiere esto otro, o los precio, saber donde comprar, saber calcular el precio…hay una formula para calcular el precio, que también lo aprendí, entonces puedo decir con relajo que estoy cobrando lo justo. Y esto es fundamental, pues si la gente lo encuentra muy caro no va más. La ropa no es un tema de primera necesidad, en la pirámide está de la mita hacia arriba, la gente se compra ropa cuando tiene alguna actividad, pero no es un gasto que uno tenga en la planilla del mes.

Y después de un año ¿cuál es el balance?

En términos económicos aún no veo ganancia, pero la tienda se da vuelta sola, da para reinvertir, deja un poco, pero no es todavía un negocio que diga se gana plata, por ahora… Pero yo creo que cuando se reactive el tema turístico, no se cuando será -espero sea pronto- y empiece a moverse más dinero, se va a mover más, ahora la gente de verdad no tiene plata.

Si tuvieras que inspirar a otras mujeres que han pensado en emprender…

De todas maneras el tema emprendimiento, primero como desarrollo personal es súper potente, permite darte cuenta de que muchas de las cosas que tú dudabas que fueras capaz de hacer, en el fondo son autolimitaciones, que tú te vas poniendo, son miedos. Claro, yo me vi obligada a dar el paso, aunque la mayoría de los emprendimientos suelen ser así, producto de una situación límite, estas sin pega, piensas que hacer… pero de todas maneras las que tengan la inquietud yo les diría que le den para adelante, con todo. En la isla tenemos la ventaja que hay mucho apoyo en términos sociales, está el Centro de Negocios, instituciones que siempre están haciendo cosas, impartiendo curso, talleres, que de una u otra manera te van ayudando a fortalecerte, no solamente en conocimientos técnicos para tu empresa, sino también en términos personales, empoderamiento femenino, creerte que eres capaz, hay muchas herramientas a las cuales puedes echar mano.

En este ultimo tiempo yo he conocido un montón de mujeres, todas emprendedoras y todas con la disposición de ayudarse, de compartir el conocimiento, desde replicar tus publicaciones hasta comentártela, o sentarse a compartir ideas y súper valioso. Hay que atreverse, sabiendo que uno se va a caer, pero sabiendo también que están las herramientas para apoyarse y levantarse.

¿Qué fortaleza debe tener una emprendedora?

Resiliencia, saber que lo que se viene no es fácil, que van a pasar cosas pero que hay que sobreponerse, levantarse y perseverar, yo creo es eso.

Y ¿Cuál ha sido tu mayor debilidad?

En mi caso, la impaciencia, he tenido que cultivar mi paciencia. Quiero que todo sea rápido, que todo resulte rápido, que rápido se venda, que rápido entre la plata, que rápido llegue la mercadería, y nada es rápido, hay que saber que las cosas se van a demorar, van a tomar su tiempo.

¿Crees que este período de pandemia ha traído algún aprendizaje?

Hay un tema de generosidad al interior de la comunidad que creo que se vio en el peor momento de la pandemia, cuando se hicieron ollas comunes, por ejemplo, yo creo que el mayor aprendizaje ha sido, en una palabra, la humildad; había mucha gente que tenia poder adquisitivo muy grande, eran empresarios exitosos en el rubro turístico y de pronto se vieron igual que todos, sin nada, nunca sabes cuando puedes estar súper bien o mal, eso es un aprendizaje.

En términos personales la pandemia me impulsó a emprender este proyecto de la tienda y aprender que somos tan frágiles, que no se pueden dar por hecho las cosas, disfrutar verdaderamente día a día, cada día es un regalo.

Voces que inspiran: Ximena Arévalo

En Instagram @boutique_cuarenta_mas

Proyecto Financiado por el Ministerio Secretaría General de Gobierno y el Consejo Regional de Valparaíso

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